Una vivienda sostenible es aquella que intenta minimizar al máximo el impacto de su construcción sobre el medio ambiente y que tiene como objetivo reducir el consumo energético aprovechando los recursos del entorno y fomentando el reciclaje.
En este sentido, una vivienda sostenible cuida todo el proceso de construcción: desde los materiales que se utilizan hasta las actividades rutinarias de sus habitantes para ser lo más respetuosa posible con el medio ambiente y lo más independiente energéticamente hablando.
Características de una vivienda sostenible
Para poder afirmar que una vivienda es sostenible hay que tener en cuenta estos elementos:
- La ubicación. Tanto la ubicación como la orientación de una vivienda sostenible debe sacar siempre el máximo provecho de las condiciones naturales del entorno como la luz o el agua con el objetivo de reducir la demanda energética.
- Los materiales de construcción. La vivienda sostenible debe construirse con materias primas ecológicas que sean aislantes como la piedra, el corcho o el PVC poniendo especial atención en las ventanas, ya que es uno de los lugares por el que más energía se pierde.
- Fuentes de energía renovables y limpias. Se puede conseguir instalando placas solares o con sistemas de calefacción eficientes como los suelos radiantes. Del mismo modo, es importante dotar a una vivienda sostenible de sistemas de reciclaje eficientes en la gestión del agua, por ejemplo.
- Buen sistema de ventilación. Fundamental para evitar la estanqueidad del aire.
- Habitabilidad de la vivienda. Otro elemento clave para una vivienda sostenible es la instalación de electrodomésticos eficientes clasificados con la etiqueta energética, ya que ahorran hasta un 50%. También es importante una iluminación de bajo consumo.
Todas estas características de una vivienda sostenible buscan un objetivo común: ahorrar al máximo de energía posible y sacar el máximo rendimiento de la energía que la casa recibe.