Llamamos casas pasivas a aquellas viviendas que utilizan elementos constructivos y arquitectónicos de manera óptima y que tienen como objetivo obtener un ahorro energético de entre el 70% y el 90% en comparación con una casa convencional.
Este tipo de construcciones se aprovechan de recursos naturales como la luz para, con elementos arquitectónicos básicos, poder mejorar de manera considerable la eficiencia energética de la vivienda a través del control de la temperatura. El uso de materiales naturales, a su vez, ayuda a que las casas pasivas sean beneficiosas para la salud de sus integrantes.
Características de las casas pasivas o passivhaus
Aunque este tipo de construcciones comenzaron a desarrollarse a finales de la década de los 80, es en los últimos años cuando se están tomando más en consideración a la hora de desarrollar proyectos y construcciones de inmuebles. Tanto es así que con el paso del tiempo se ha reforzado lo que se conoce como el estándar Passivhaus, una certificación que pueden conseguir este tipo de construcciones si cumplen unos determinados requisitos.
Entre las principales características y condicionantes que debe tener una vivienda para ser considerada como una casa pasiva y poder obtener el estándar Passivhaus destacan:
- Aislamiento térmico en paredes, suelo y techo con el objetivo de minimizar las pérdidas energéticas y ahorrar el máximo de energía. Esto puede conseguirse con la utilización de los materiales más adecuados en la construcción.
- Puertas y ventanas capaces de retener al máximo el frío en verano y el calor en invierno, reduciendo así el uso de aire acondicionado para permitir un ahorro energético eficaz.
- Planificación y diseño con el fin de conseguir que el emplazamiento, la ubicación y la distribución de las distintas estancias de la vivienda sea la más adecuada.
- Eliminación de puentes térmicos que disminuya las pérdidas de calor.
Estanqueidad del aire a través del control de las corrientes de aire para mejorar el confort térmico de cada estancia de la vivienda.